Aprovechando el contexto electoral en el que estamos y ahora que se acerca el momento de tomar decisiones, hemos considerado oportuno hacernos eco de la magnífica campaña que Greenpeace lanzó el pasado mes de marzo bajo el nombre #MEMORIADEPEZ.
Esta campaña tiene como finalidad denunciar la escasa atención que los políticos prestan al sector pesquero, así como los olvidos que sufren a la hora de legislar y que se concretan en hacer justamente lo contrario de lo que prometen, abocando a este sector a una situación límite.
Estos continuos olvidos son consecuencia de una mal muy común y extendido entre la clase política conocido como memoria de pez, aunque hay percepciones no científicas que evidencian que dicho mal afecta también a la ciudadanía en momentos claves de su vida como por ejemplo son las elecciones.
Detrás de la campaña de Greenpeace está la agencia de comunicación Kitchen, que ha hecho todo un alarde de cómo abordar un tema serio como es reivindicar la sostenibilidad y el futuro de la pesca en nuestro país con una gran dosis de humor capaz de atraer la atención de la sociedad sobre un sector desconocido para la gran mayoría.
Los responsables de la idea reconocen que la gestación de la idea surgió a raíz de una pregunta: Qué tienen en común los políticos responsables de las políticas pesqueras con los peces? La respuesta salió sola: la memoria.
A partir de ahí fue inevitable el lanzamiento de una línea de productos de eficiencia probada, que abre una puerta a la esperanza a quienes padecen esta enfermedad que les impide llevar a cabo promesas, y sobre todo a quienes sufren las consecuencias de esas lagunas.
El tratamiento se puede administrar de diferentes formas dependiendo de la tolerancia y sensibilidad de quien lo recibe. Se puede elegir entre un champú estimulante, que fortalece las promesas desde la raíz a las puntas; supositorios antiolvido; un enjuague bucal, que aclara las palabras y elimina las promesas de boquilla; una crema re-afirmante, que se aplica en la sien y ayuda a recordar su función en la sociedad; memoria en sobres; y un suero memolítico.
Posibles síntomas
Ahora que todos los políticos, sean del escalafón que sean, hacen hueco en sus agendas para participar en debates, entrevistas, tertulias y demás puestas en escenas para atacarse los unos a los otros, es el momento idóneo para hacerles un chequeo encaminado a un diagnóstico precoz, ya que la eficacia del tratamiento tiene mucho que ver con lo avanzado que esté el mal. Una prueba sencilla puede ser preguntarles si están a favor de mantener las suculentas subvenciones a la pesca industrial y destructiva o si por el contrario les van a reducir las cuotas para evitar la sobreexplotación de las poblaciones de peces. Si en ese momento el político pone cara de ñu habrá que someter el caso a estudio porque eso no es síntoma de memoria de pez, sino de ignorancia (mal que abordaremos en otra ocasión, pero para el que de momento no se conoce un tratamiento efectivo que no sea la lectura y el estudio). Ahora bien, si el político suelta un speech a favor de la protección de los océanos, entonces ahí sí que tiene un alto índice de posibilidades de desarrollar el mal de la memoria de pez y de hacer un flaco favor a los intereses generales.
A través de una web creada para la campaña, Greenpeace anima a la ciudadanía a que ante cualquier sospecha de un nuevo caso no duden en administrarles el tratamiento para evitar la cronificación del mal y la desesperación de quienes apenas disponen de paciencia para seguir soportando tanta mentira envuelta en humo.
Creatividad e ironías aparte, la campaña de Greenpeace no sólo busca el impacto con de su campaña con el tratamiento para los políticos. También aporta un interesante informe elaborado con rigor y datos proponiendo ocho medidas para lograr un sector pesquero sostenible y unos mares con futuro y cuya lectura recomendamos especialmente a quienes aspiran a representarnos en Europa.