Está demostrado que en tiempos de crisis la imaginación y el ingenio se agudizan de tal manera que en el tiempo que pasas con la nevera abierta mirando fijamente a un yogur, cientos de ideas fantásticas y rompedoras están viendo la luz. Muchas de ellas están surgiendo al amparo de la economía colaborativa, un nuevo modelo de negocio aliado de las nuevas tecnologías que va extendiendo su tentáculos por todos los sectores y ganándose la simpatía de los potenciales clientes.
Pero como casi todo en esta vida, la economía colaborativa tiene pros y contras, defensores y detractores. A todo se le puede sacar punta porque siempre habrá a quien perjudique, pero de igual forma, siempre habrá a quien beneficie. La polémica que en diferentes ciudades han suscitado algunas empresas nacidas bajo el paraguas de la ahora pujante economía colaborativa ilustran perfectamente el amor/odio que despiertan. En Alemania, la presión de algunos sectores ha provocado incluso la prohibición del servicio de alquiler de coches de UBER por resolución judicial.
En España también tenemos ejemplos del malestar que en empresas tradicionales generan este tipo de aplicaciones y servicios. Taxistas y empresas de transporte se han movilizado en contra de Blablacar, plataforma de pago on-line que conecta a conductores con viajeros que van a realizar el mismo trayecto en coche. Y el sector hotelero también ha criticado con fuerza a Airbnb , una empresa que hace de puente entre personas con plazas disponibles en su vivienda y las que buscan un lugar dónde quedarse. En ambos casos se las acusa de competencia desleal.
Ver las ventajas frente a las amenazas
Sin embargo, por mucho que se intente poner puertas al campo no creemos que vaya a dar resultado, ya que este tipo de inventos en muchos países más concienciados con el ahorro y el compartir funcionan hace años luz. La diferencia es que ahora las nuevas tecnologías han abierto un sinfín de posibilidades para mejorar su operatividad y funcionalidad. Por eso cuesta entender los intentos por desprestigiar a quienes han sabido aprovechar las ventajas y herramientas que ofrece el entorno digital para impulsar servicios que gozan de una gran aceptación por parte de los usuarios. Quizá sea necesario poner orden en lo que algunos consideran desorden y regular para acallar a algunas voces influyentes, pero es una evidencia que este tipo de negocios están transformando el consumo y la adquisición de bienes y servicios
Ingresos extras
Cuando vienen mal dadas y el viento no sopla a favor la innovación es un factor clave a la hora de reinventarse y de procurarse un modo de vida. Y de igual manera, en tiempos de apreturas, las personas están en su derecho de velar por su economía eligiendo la oferta que más le convenga. Y no sólo eso, sino que además, este tipo de plataformas les permite sacarse un dinero extra a quien comparte casa o coche. En definitiva, lo que hace la economía colaborativa es ampliar la oferta, de tal forma que el consumidor opte por la que le es más favorable a lo que busca y a sus posibilidades económicas.
Hay quien jamás dormirá en una casa ajena ni viajará en coche con un desconocido porque estas prácticas tiene un público objetivo con un perfil determinado, pero quien sí está dispuesta a hacerlo es suficientemente inteligente para saber lo que hace, los riesgos que asume o las desventajas que tiene. Y en cuanto a que estas nuevas empresas tengan un ánimo de lucro, dado que su mantenimiento requiere que haya personas dedicando su tiempo, su conocimiento y su dinero es obvio y comprensible que para poder subsistir articulen fórmulas para la obtención de ingresos. El hecho de intentar transformar el consumo proponiendo alternativas más atractivas y menos especulativas no implica que quienes lo hacen puedan vivir del aire.
Buscar la oferta que cubra nuestras necesidades
Así las cosas queremos romper una lanza a favor de este tipo de aplicaciones y de todas las iniciativas que están surgiendo de economía o consumo colaborativo. Los negocios tradicionales están abocados a convivir con estas nuevas empresas de intercambio de bienes y servicios alojadas en la red porque éstas han conseguido la bendición de los consumidores, unos consumidores que cada vez son más exigentes y están mejor informados, lo que les ayuda a esquivar opciones abusivas y a descartar otras que su bolsillo no resiste.
En este post nos hemos referido únicamente a dos ejemplos, los más conocidos por la repercusión mediática que han tenido en este último año, pero la economía colaborativa es imparable y está presente en todos los ámbitos imaginables: Finanzas; Movilidad; Alimentación; Vivienda; Educación…
Desde aquí os iremos presentando aquellas propuestas de economía colaborativa que consideremos interesantes, no sólo porque os puedan ser útiles como usuarios, sino también porque pueden servir de inspiración a la hora de definir un modelo de negocio.